Sobre Mí

Tu talento, mi experiencia

Mis orígenes

Nací en otoño, en Jaén. En una familia numerosa, humilde, bien avenida y feliz. Los primeros años viví en diferentes localidades debido al trabajo de mi padre. Me gustaba jugar a la pelota e ir al colegio. Lo habitual era estar con mi familia que estaba llena de primos, titas, abuelos, parientes segundos… todos con sus historias. Lo pasábamos bien y ya desde entonces me entretenía haciendo muchas tonterías. Era un chico curioso y risueño.

Aunque todos me decían que era muy inteligente, no me percibía así. Lo cierto es que estudiaba lo imprescindible. Con el tiempo he constatado que tengo muy buenas aptitudes para relacionar conceptos, ofrecer análisis profundos y organizar nuevas perspectivas. Ya entrada la adolescencia y juventud, tuve la suerte de encontrar grandes amigos y experiencias inolvidables relacionadas con el deporte, la música, la iglesia o el asociacionismo y la solidaridad con cuyos recuerdos aún me emociono.

Mi formación

Con la universidad la cosa se puso seria y lo de leer la noche antes del examen dejó de funcionar. Sobre todo porque Ciencias Empresariales tenía asignaturas realmente desafiantes. Antes de terminar la carrera, que no abandoné y años más tarde finalizaría, decidí dar un giro vocacional y me fui a Cáceres para estudiar otra carrera nueva que aún no existía en Andalucía: Educación Social. Una de mis apuestas más arriesgadas y acertadas. Ya trabajando en lo social, decidí ampliar mi formación. Compatibilicé mi trabajo de tarde con los estudios viajando por las mañanas a Granada para estudiar Pedagogía. Tiempo después, en Málaga y mientras ejercía como profesor, cursé un Máster Oficial en Profesiones Educativas en horario de tarde y posteriormente, a distancia en la UNED, un posgrado sobre Dirección de centros educativos.

En definitiva, tras un primer año universitario titubeante comencé una aventura compulsiva por aprender, leer, absorber, curiosear y entender cualquier concepto, proceso o teoría que me ayudara a organizar el conocimiento. Esta formación oficial estuvo jalonada con decenas de cursos, congresos, jornadas, encuentros, lecturas, talleres, ponencias de todo tipo y naturaleza que complementaban mi afán por comprender el mundo en general y al ser humano en particular. Si podía ampliar matrículas, lo hacía; si podía asistir a otras clases, iba; si veía libros de cualquier temática, los compraba. Así, mi habitación comenzó a llenarse de sobresalientes, matrículas de honor, títulos, libros y más y más ganas de continuar aprendiendo. Todo cabía, también la música, el voluntariado, los amigos, la literatura, el deporte y las chicas.

Mi profesión

Tras algunos escarceos puntuales recogiendo aceituna, repartiendo pizzas o como monitor de campamentos de verano, mi primer contrato estable fue como Educador Social en un centro de menores. Acababa de entrar en vigor la Ley del Menor y los chavales mayores de 16 años que estaban en el módulo de menores de las cárceles pasaron a estos centros. Perfiles muy difíciles. Aunque me hice con ellos, fue una experiencia desafiante, dura, intimidante, límite. Visualicé el proceso de inadaptación social en múltiples vidas y comprendí en poco tiempo (hay quien pasa una vida sin entenderlo) que el “ideal del desfavorecido”es un error garrafal y que la ayuda no se explica por una discutible naturaleza bondadosa inherente al excluido, sino por un sentido profundo de justicia y compensación social independiente de la condición humana.

Aunque tenía una buena proyección, pronto cambié de contexto y pasé varios años trabajando en el mundo de las adicciones. Aprendí que el ser humano más destruido puede recomponerse plenamente para, inexplicablemente, volver a destruirse de la noche a la mañana. Leí a Frankl, a Rogers, a Ellis, etc. y descubrí, ya joven adulto, que todos somos responsables últimos de nuestra propia vida y que el victimismo y el aislamiento son una pérdida inútil de tiempo. En medio de este drama que son las drogas, y sin perder el sentido del humor y la espontaneidad, tuve la oportunidad de conocer gente excepcional y de adentrarme con claridad en las oscuras interioridades de personas y familias sumidas en el sufrimiento derivado tanto de sus experiencias dolorosas y traumáticas, como de sus decisiones estúpidas o absurdas. Pude escucharlas; pude aconsejarlas; pude ofrecerles esperanza; pude preguntarles: “¿De quién depende estar bien?” y oírles responder: “Depende de mí”. Pero, sobre todo, creí, erróneamente, que había alcanzado una comprensión coherente del ser humano, de sus miedos, de sus necesidades y posibilidades. Tendrían que pasar varios años y tener mis dos hijos para apreciar con nitidez las claves que conforman una existencia humana y entender, ahora sí, que el niño que fuimos es el verdadero arquitecto del adulto que somos. Y confirmé que aunque casi nunca es tarde, si es antes, es mucho más fácil.

La precariedad del mundo asociativo precipitó la búsqueda de estabilidad en el empleo público. Busqué mi hueco en la administración y, en un período corto, me preparé y aprobé con plaza tres oposiciones diferentes como funcionario de carrera. Primero en el cuerpo de Educadores Sociales. Posteriormente, como docente para impartir clases en Formación Profesional tanto en la especialidad de Servicios a la Comunidad como en la especialidad de Intervención Sociocomunitaria. Formé parte de tribunales de oposiciones, lo cual me permitió conocer de primera mano los entresijos y casuísticas de los procesos selectivos y comencé a preparar a otras personas para entrar en la carrera docente. En este tiempo, he podido disfrutar de mi profesión, participar en todo tipo de proyectos e iniciativas de innovación y contemplar desde dentro la enorme transformación de la formación profesional.

Ahora, esta tríada de opositor en diferentes procesos, tribunal y preparador me permite tener una visión privilegiada del sistema y sus mecanismos. He preparado con éxito en múltiples convocatorias y en toda España. Por supuesto, Andalucía. Pero también Madrid, Cataluña, Valencia, Asturias, etc.

Esto me ha permitido establecer agradables relaciones y afectos. También momentos complicados. En este contexto competitivo, no siempre se obtiene el resultado para el que uno ha trabajado duramente y si los éxitos son compartidos, los fracasos también lo son. Pero incluso en estas situaciones, el tiempo y cierta perspectiva permite ver que los beneficios de una buena formación inicial como opositor/a a veces no son tan evidentes y solo afloran en quien persevera en la carrera docente, no se rinde y deja buscar explicaciones externas para centrarse en lo único que da resultado: dar la mejor versión docente posible de cada uno en los intentos que necesite. Por eso, y hablo de mí, hay que seguir estudiando, analizando y perfeccionando, para así ofrecer los mejores recursos y herramientas a quien confía su tiempo, su dinero y su ilusión en tu proyecto.

Mis proyectos

Actualmente, en mi madurez, los proyectos pivotan entre diferentes intereses. A nivel profesional y en primer lugar, mi trabajo que me sigue apasionando. Para mí sigue siendo una motivación la hecho de formar a profesionales en el ámbito de los servicios educativos, sociales y de la cultura y mantener un contacto directo con las empresas y profesionales del tercer sector. En segundo lugar, mi proyecto de preparación de oposiciones www.preparatufp.com en los términos que tanto la administración como mis obligaciones familiares me permiten. Un proyecto consolidado y exitoso que se asienta en la experiencia y mejoras que año tras año voy introduciendo. 

En otro ámbito, la música, el deporte y el placer de la lectura siguen presentes aunque no con la intensidad y dedicación que desearía. El mejor proyecto: mi familia. Lo más prioritario: mi cuidado personal.